Exfoliante

- Ayer fue un día emotivo para vosotras, el Día Internacional de la Mujer.

- Para mí siempre lo es, pero ayer, por primera vez, sentí que tal vez algo haya cambiado.

- Ánimo, aún queda mucho por conseguir.

- Recuerdo cuando era muy niña como me extrañaba ver en la tele que los protagonistas de las noticias, de las películas, eran hombres y que las mujeres que veía no se parecían en nada a mí, me sentía extraña. 

Yo quería ser como esos vaqueros que conducían el ganado por el lejano oeste, sin ataduras, viviendo las aventuras que esperan más allá del más lejano horizonte, no quería ser como la mujer que les esperaba en la granja.

Y quería ser como los astronautas que viajaban por el espacio y llegaban hasta la luna, caminando sobre ella, poder ver la Tierra desde allí. No quería ser la esposa que miraba como embarcaban y les esperaba a su regreso.

Y quería ser uno de esos piratas que atravesaban los océanos buscando tesoros, abordando barcos, entrando en batallas de espadas, mosquetes y trabucos con cualquiera que se cruzara en su camino, desaliñados, groseros, arrogantes, divirtiéndose y contando historias mientras cantaban y bebían ron. No quería ser la puta que esperaba en cada puerto, ni la señorita grácil y exquisita de la que se enamoraban.

- Uf!

- Mi madre siempre fue muy devota e ibamos a misa todos los domingos, hacíamos ayunos cuando tocaba y rezábamos antes de irnos a acostar. 
Para mi, Dios era nuestro padre que nos cuidaba desde el cielo, eso me había enseñado, era una parte muy importante de la familia y por eso recuerdo cuando le pregunté, con apenas siete años y mientras veíamos una misa del Papa Pablo Sexto, por qué todos eran hombres ¿donde estaban las mujeres?

Yo quería ayudar a los demás, quería que el mundo fuera un lugar mejor, quería estar al lado de aquellos que trabajaban para conseguirlo. Recuerdo sentir su incomodidad, sentí que había algo que no sabía cómo contarme.

Siempre tenía mil palabras para describirlo todo, siempre contestaba mis preguntas, por extrañas que fueran, pero esa fue la primera vez que percibí que no tenía respuesta.
Percibí en su silencio la resignación, y cuando empezó al fin a explicarme cual sería mi sitio, había algo en ella que traslucía enfado, tristeza.

No volví a preguntar más acerca de por qué no había mujeres que fueran como yo quería ser, pero sí recuerdo que desde ese momento supe que no quería ser, que no iba a ser, lo que se esperaba de mí que fuera.

- Y lo has conseguido.

- Ahí ando, dando por saco siempre que puedo y teniendo presente que llegará el día en que una niña podrá ser lo que quiera llegar a ser, sin que nadie se lo cuestione de ningún modo, solo lo que ella quiera llegar a ser... científica, maestra, empresaria, puta, doctora, madre, minera, pirata, abogada, papisa, reina, presidenta, ama de casa, actriz porno, física teórica, periodista, escritora...

- En definitiva, que sea libre de elegir...

- En definitiva, que sea libre.

- Ya sé que estás on fire y en estos casos lo mejor que puedo hacer es callarme, pero me atrevo a recordarte que te falta la palabra del día.

- No puede haber nada más implícito. Las mujeres somos el exfoliante del libro que la sociedad ha escrito para todos nosotros, arrancaremos cada hoja y escribiremos en él lo que queramos ser, entonces y solo entonces, el mundo será un lugar mejor para todos.

- ¿Y qué lugar nos queda a nosotros?

- Rubén, si las mujeres no somos libres, es porque vosotros tampoco lo sois.

Enlace:
"Nunca pensó en sí misma, nunca se consideró libre", epitafio de la tumba de una mujer romana del siglo II.

Palabra del día:
exfoliante
Del ant. part. act. de exfoliar.
1. adj. Dicho de un producto cosmético: Que elimina las células muertas de la piel. Crema exfoliante. U. t. c. s.
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